Me causa mucha gracia (y a veces algo de indignación) ver como mucha gente piensa que la razón por la cual no uso mi nombre completo (Pablo Rodríguez Hoffman) tiene algo que ver con rechazar mi descendencia paterna o preferir a mi madre, cuando en realidad no es así. Quiero (y mucho) a mis dos padres por igual.
Otros también podrán pensar que esté relacionado con la preferencia judío/alemana ante la española. ¡Igualmente incorrecto!
También sería válido pensar que la razón viene por el lado de adoptar un nombre artístico, donde el usar el apellido de la madre es una práctica muy común. Para citar dos de mis artistas favoritos: Joaquín Sabina y Eduardo Galeano. Sabina en realidad se llama "Joaquín Martínez Sabina". Pero claro, un cantante famoso no se puede llamar "Joaquín Martínez". Es así entonces que el maestro Sabina adoptó el nombre de su madre por razones puramente artísticas. Galeano, por su parte, hizo lo mismo pero por diferentes razones: debido a que su primer apellido (Hugbes) es muy difícil de pronunciar en castellano.
En fin, son muchas las razones por las cuales puedo haber optado por no usar mi primer apellido. Sin embargo, la única verdadera razón es mucho más simple...
¿Para qué sirven los nombres?. Para identificar a las personas. Nombres como "Pablo Rodríguez", "Juan Pérez" o "María González" no identifican a nadie pues simplemente hay demasiada gente llamada así. Precisamente la razón por la cual se utilizan nombres como "Juan Pérez" (en ejemplos, comerciales, etc.) es justamente para que nadie se sienta identificado. Compadezco de corazón a todos los "Juan Pérez" del mundo y, de la misma forma, espero que los demás entiendan mis razones. Si me identificara como "Pablo Rodríguez", en realidad no estaría identificándome sino que estaría declarando mi pertenencia al incontable grupo de los "Pablo Rodríguez". Sin ir más lejos, cuando yo iba al liceo, en mi clase nomás éramos dos "Pablo Rodríguez" y por eso nos llamaban por el segundo apellido (Hoffman, en mi caso). Para entonces, el que me llamaran por mi segundo apellido me parecía muy impersonal y no me gustaba. Sentía que, por alguna razón, yo tenía algo que ver en al asunto, cuando en realidad era todo culpa de mi nombre.
Se imaginaran que, si solo en mi clase éramos dos, en Internet directamente no soy nadie. Soy un número, el "Pablo Rodríguez" número 53.687.923.
¡Si tan solo me hubieran ayudado con el nombre! Pero tuvieron que ponerme Pablo... Y no me malinterpreten: Pablo me gusta, es un lindo nombre, pero simplemente no es compatible con "Rodríguez". En otras palabras, es un nombre que nunca le pondría a mi hijo.
En fin, un poco debido a un trauma de la juventud, y otro poco debido a la necesidad de ser único (algo natural en todo ser humano) ahora me llamo Pablo Hoffman.
¿Y qué?. No es para tanto che... después de todo es solo un nombre! :)